En este caso, una paciente de 34 años, con un embarazo de 32 semanas, cursó con un aumento de peso normal, un indicio de diabetes gestacional y un episodio aislado de arritmia cardiaca leve, además se le realizó un ECG y resultó normal.
Su medico llevó a cabo los controles mensuales del embarazo sin alarmas.
El 7 de noviembre ingresa en urgencias por un episodio de cefalea severa junto palpaciones y ansiedad. Se le realizaron controles y la monitorización fetal y la ecografía obstétrica fueron normales.
Se inicia un tratamiento tras el cual los análisis fueron normales y la tensión se controló, por lo que se traspasa a una planta de hospitalización. Durante esta hospitalización presentó cifras tensionales alternas, entre 210/108 y 115/60, además de molestias por disnea, dolor en el tórax opresivo, temblores y diaforesis, náuseas y vómitos. Continua inestable y se traslada a la sala de partos donde se prepara para cesárea.
Tras 15h de su ingreso presenta una sensación de muerte y dificultad respiratoria, tras lo que entra en parada cardiorrespiratoria. Se inicia RCP durante 30 minutos y se estabiliza, por lo que se traslada al quirófano donde se practica la cesárea, obteniéndose un feto muerto. La paciente se traslada a la UCI donde se encuentra semiconsciente y donde se le realizan varias pruebas, llegando al diagnóstico de edema cerebral difuso. En las próximas horas entra de nuevo en parada cardiorrespiratoria y se inicia la maniobra de RCP, responde a la primera, pero tras la segunda se certifica el fallecimiento.