La marcha atrás es uno de los métodos menos recomendados por su baja eficacia. Esto se debe a la dificultad para calcular el momento exacto para retirar el pene de la vagina sin eyacular dentro de ella. Además, se suele realizar sin preservativo u otros anticonceptivos, lo que potencia las posibilidades de contraer una ETS. Este peligro se ve beneficiado por la falta de recursos y de conocimiento, a pesar de la insistencia por parte de la OMS de que no es un buen método. Incluso desmintiendo mitos como que el líquido preseminal no tiene espermatozoides, esta práctica continua siendo habitual.
Sumado a su baja eficacia, la marcha atrás tiene como desventaja añadida el estrés durante el acto sexual por evitar la eyaculación dentro de la vagina, provocando insatisfacción sexual en la pareja. Tampoco se debe creer la frase ''yo controlo'', porque a pesar de que hay hombres que son capaces de regular su función sexual, un amplio porcentaje no puede proporcionar esa tranquilidad.